lunes, 29 de septiembre de 2014

10.- CELOS

En "Club de Escritura", blog de referencia para este que suscribe, Toño publica un magnífico relato del gran Quim Monzó, escritor y articulista catalán de renombre. No puedo sustraerme a la tentación de compartirlo. Pertenece al libro de recopilación de relatos cortos "El porqué de las cosas"




CELOS


    Tamar pasa una vez más la lengua y, muy lentamente, levanta los ojos hasta encontrar los de Onán.
Me gusta mucho tu polla.
    Está extenuada. Cierra los ojos. Al cabo de un rato se ha dormido, con la cabeza sobre el pubis del hombre, que no para de pensar en ello. "Me gusta mucho tu polla." "Me gusta mucho tu polla..." ¿Por qué siempre le dice lo mismo? Desde que se conocen ¿cuantas veces se lo ha dicho mientras descansan? Innumerables. En cambio, nunca le ha dicho que le gusta mucho su brazo derecho, o los omóplatos. Siempre lo mismo: la polla. A veces, Tamar la sostiene en la palma de la mano y la frase es diferente:
- Tienes una polla preciosa.
    Ahora ella duerme y el hombre se ha vuelto de lado. Para hacerlo ha tenido que apartarle la cabeza. Dormitando y todo, todavía se aferra a ella. Qué manía con la polla. ¿Es que, de él, solo le gusta la polla? Y él, ¿no le gusta? Eso no lo dice nunca. Al principio le había hecho gracia esa dedicación. Era tierna y excitante. Como cuando él le decía: "Me gusta mucho estar dentro de tu coño" Pero poco a poco la cosa fue cobrando un cariz obsesivo. Es cierto que su polla le gusta mucho. Se lo nota en los ojos, en cómo la observa, en el ritmo de las frases, en la manera de enfatizar la palabra "mucho": "muuucho"
    A la mañana siguiente lo despierta la boca de Tamar acariciándolo. Onán se aparta, como herido.
- ¿Qué haces?
- Me gusta mucho.
- ¿Te gusta mucho?
- . - Hay un instante de pausa - Me gusta mucho tu polla.
    Otra vez lo mismo.
- Si no tuviese polla, ¿me querrías igual?
    Lo mira de reojo.
- ¿Qué te ha pasado?
- ¿Qué quieres que me pase? No hablas de nada más que de mi polla.
De tu polla.
- A mí nunca me dices si te gusto.
    De un golpe seco, le retira la mano. Tamar se levanta. Está preciosa e indignada.
- Te has vuelto loco.
- Loco no. Pero yo también existo - Y adrede, para que suene ridículo, agrega en tono agudo -  ¿No te parece?
    Tamar se apresura a vestirse. Cierra de un portazo. Los pasos de la mujer resuenan escaleras abajo, cada vez más lejos. Onán se sienta en la cama, se pone la mano derecha debajo del miembro, fláccido, lo levanta un poco y lo contempla, entre exasperado y curioso.

Quim Monzó "El Porqué de las Cosas"







Es bueno ¿verdad?

Como el blog de Toño es muy didáctico y cada entrada es una lección de estilo y un maravilloso curso sin fin de escritura, nos propone un estupendo ejercicio, a partir del relato de Monzó.


Tenéis tres opciones. Quiero que escribaís un relato y que elijáis como título uno de estos tres:

"Los celos"
"Me gusta mucho tu polla"
"Me gusta mucho tu coño"

No hace falta que lo firméis, pero escribidlo y colgadlo. Lo vais a disfrutar.



Ni que decir tiene que el "post" fue un éxito. No hay como apelar a las "guarredidas" sexuales, para que la gente vuelva a tener fe en la literatura. Entre los muchos microrrelatos que se colgaron, escogí estos tres (uno es mío... je, je, je!) 



    Me gusta mucho tu coño, ¡coño!

Anónimo




    "Me gusta mucho tu coño", repetía él como un mantra, "me gusta mucho, mucho tu coño". Le gustaba tanto porque le había hecho viajar y conocer otros mundos. Había traspasado una difusa frontera y ya nunca se sentía espectador en su vida. 
    Una tarde, en un ataque de amor le confesó: "Me gusta tanto tu coño que no quiero vivir lejos de ti. Y lo amo tanto, que hasta podía vivir sin él"

Anónimo






Pasión, Celos, Orgullo y Prejucio

    En ese sentido, pensó G, nunca había tenido que preocuparse. Fue su primera novia, se convirtió en su esposa y ahora le sonríe con afecto sincero desde el sofá donde teje una bufanda. Siempre fiel, da la impresión de nunca se planteó siquiera estar con otro hombre. Es como si ya hubiera elegido, él sería el hombre con el que procrearía. Él ha sido el hombre con el que ella ha tenido dos maravillosos hijos. Nunca se le oyó un solo comentario de admiración por la belleza del cuerpo de un actor o un deportista, solo los estrictamente dirigidos a su talento. Él no sabe si la ama todavía o no. Solo sabe que está ahí, sonriendo. ¡La ha engañado tantas y tantas veces! Se siente sucio, débil, indigno. Si ella se enterara… creo que se moriría. Él solo busca una pasión que nunca encontró en casa… ni con otras en realidad. Solo busca… y la engaña.

    Pero una tarde de septiembre G encontró la pasión que la vida parecía haberle escatimado. Fue en un sórdido cine X. Un grupo de hombres rodeaba a una voluptuosa mujer desnuda. Sus pechos acariciados, su boca penetrada una y otra vez por desconocidos amantes, su cara húmeda del reciente semen, su sexo abierto recibía acogedor a quien quisiera tomarlo. Orgasmo tras orgasmo se dejaba hacer, abandonada al placer más concupiscente. Él se acercó lentamente, masturbándose, excitado con la escena. Cuando comprobó quien era, la incredulidad dio paso a la ira, luego al miedo, luego a los más ardientes celos. Se sintió extraño. Nunca había estado tan excitado, nunca su mujer le había parecido tan bella, tan deseada. La amaba hasta el dolor y sentía que tenía que hacerla suya. Se abrió paso entre los desconocidos. Ella estaba sorprendida, pero le sonreía con afecto y le deseaba. Él miró el sexo entreabierto de su chica, lleno del fruto del placer ajeno.
- Me gusta mucho tu coño - dijo él.
- Me gusta mucho tu polla - dijo ella.
    Y G, abrasado por los celos y la pasión en porcentajes parejos, penetró a su esposa mientras la besaba, rodeada de admiradores, lleno de orgullo.

© Rafael Martínez Sainero, Pirata 2004


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